Con la llegada del otoño y la bajada de temperatura es habitual ver a los bebés o niños pequeños con mocos y madres desesperadas porque sus hijos empiezan con síntomas respiratorios que les impide descansar o comer.
A continuación hablaremos de las secreciones y como mantener limpia la vía aérea superior (fosas nasales) de tu bebé.
Las secreciones (mocos) son un eficaz mecanismo de defensa que tiene nuestro organismo contra virus o bacterias. El moco se produce con varios fines, como evitar la deshidratación a través de las mucosas, hacer de barrera frente a las infecciones o incluso lubricar.
Cuando la mucosa de la vía aérea (en la nariz, la garganta o los pulmones) se irrita aumenta la producción de secreciones como respuesta a diferentes mecanismos que estimulan su producción, como pueden ser las infecciones o el frío.
Gran parte de los mocos acaban en el estómago de tu bebé
Cuando los bebés presentan mocos, este se puede ver facilmente en la garganta, la boca y en las fosas nasales. Para expulsar el exceso de moco el organismo utiliza la tos y los estornudos, pero los bebés tienen poca fuerza en la musculatura para expulsar el moco mediante la tos, por eso en la mayor parte de los casos los degluten, de forma que termina siendo eliminado por las heces o los vomitan.
Es normal que tu bebé presente mocos sin que ello implique que está enfermo o necesite algún tratamiento. Ahora bien, si el moco se le acumula en la vía aérea y no lo elimina puede tener síntomas algo más complicados. Cuando el moco está en la garganta o la boca tu bebé puede toser con frecuencia e incluso presentar algo de obstrucción al paso del aire. Si el moco se acumula en las vías respiratorias bajas (pulmones) puede que tenga dificultad para respirar (generando cuadros como las bronquiolitis); en otros casos la acumulación de moco que ya no es capaz de ejercer bien su función de protección, puede favorecer la aparición de infecciones, tanto en vías altas (garganta) como en los pulmones.
Los bebés respiran habitualmente por la nariz (el 90% del tiempo) por ello cuando tienen mucho moco y necesitan respirar por la boca, presentan problemas para dormir y mamar, porque se cansan más, tienen tos y es frecuente que vomiten. Por ello es importante que ayudes a tu bebé a eliminar el ecceso de moco limpiando la nariz.
Para limpiar la nariz hay varias cosas que puedes hacer:
– Primero eliminar todo el moco que puedas con un pañuelo suave.
– Segundo realizar un lavado nasal con suero fisiológico al 0’9% (SF), esto ayuda a deshacer los mocos y a arrastrarlos para que el bebé los saque afuera o bien para que se los trague. Para ello puedes utilizar dos técnicas:
1. Colocar al bebé boca arriba y dejar caer varias gotitas de SF en cada fosa nasal y mantener en esta posición varios minutos para que los mocos se fluidifiquen.
2. Colocar al bebé de lado o boca arriba con la cabeza daleada y aplicar con una jeringa SF introduciéndola en la fosa nasal que queda arriba, empujando el émbolo y repetir en la otra fosa nasal cambiando la cabeza de lado (la cantidad dependerá del tamaño del bebé, por ejemplo para el recién nacido son suficientes 2ml). Es importante no ejercer una presión elevada con la jeringa y suero ya que podrían acabar los mocos en los oídos (por la comunicación con las fosas nasales: Trompas de Eustaquio).
– Tercero aspirar las secreciones mediante un aspirador nasal:
1. El aspirador nasal de cánula consta de una boquilla para el padre o la madre, un tubo y un cabezal que se adapta a la nariz del bebé. En el cabezal hay un filtro para limitar la presión de aspiración y para retener los mocos que llegan. Se coloca el cabezal en la fosa nasal del bebé y por la boquilla acto seguido se aspira.
2. El aspirador nasal de perita primero se aprieta el bulbo de goma, se introduce en una de las fosas nasales y, una vez dentro, se suelta poco a poco. Aunque este sistema es menos eficaz que el aspirador nasal.
– Cuarto puedes utilizar pinzas nasales para retirar los mocos secos. Tienen un tope de seguridad que impide introducirlo demasiado en la naricita del bebé. No son imprescindibles, pero a veces pueden venir bien.
¿Cuándo realizar los lavados?
– Antes de las tomas para favorecer que puedan respirar bien mientras succiona.
– Antes de dormir para favorecer el descanso.
– Con 3 ó 4 veces suele ser suficiente.
– A no ser que veas a tu bebé incómodo, con dificultades para comer o dormir, aunque le oigas un leve ronquido provocado por unos pocos mocos, no debes hacer nada.
La limpieza de los moquitos es desagradable para el bebé
A los bebés no les gusta que les limpien la nariz y es posible que cuando lo hagas el tuyo se enfade y llore, por eso te contamos algunos truquillos que podrán serte de utilidad para que sea más fácil:
– las primeras veces que realices lavados con SF o aspires los mocos y hasta que domines la técnica es mejor que seáis dos, para que uno pueda sujetar al bebé.
– calentar el SF a temperatura ambiente hará que a tu bebé le moleste menos cuando lo note en la nariz (con tener la botellita de monodosis en la mano es suficiente).
– limpiar la nariz después del baño será más fácil ya que el vapor del agua habrá fluidificado los mocos.
Conforme vaya creciendo tu bebé, el manejo de los mocos será más sencillo. En el momento en que sepa soplar por la boca puedes empezar a enseñarle a sonarse, aunque los lavados con SF y el aspirado te será útil durante mucho tiempo.
Ahora que se acerca el frío los mocos se preparan para visitarnos, por eso es muy importante que puedas ayudarnos a dar a conocer estas técnicas compartiendo este artículo -si te ha gustado- en las redes sociales.
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