Cuando estábamos buscando a Petit los días antes de que llegara mi menstruación ingenuamente observaba hasta el último detalle para encontrar algún síntoma -por pequeño que fuera- que me indicara que estaba embarazada.
Como la gran mayoría de mujeres que buscan un bebé había leído sobre los primeros síntomas del embarazo. Hay incluso quien afirma que los ha sentido desde el momento de la concepción y en algunos casos eran tan intensos que era imposible ignorarlos.
La verdad es que una vez tuve el primer síntoma de embarazo pensé lo tonta que había sido durante los últimos meses. Los síntomas no se buscan, ellos te encuentran a ti.
Si has sufrido alguna vez las náuseas o mareos matutinos sabrás de lo que te estoy hablando. Justo antes de cumplir las 5 semanas de gestación empecé a notar por las mañanas que a pesar de desayunar bien, cuando llegaba al trabajo tenía una sensación como de mareo. Es difícil describirlo pero sentía algo similar a cuando voy sentada en el asiento trasero de un coche sin llegar a tener náuseas. Era desagradable pero te aseguro que habría dado dinero porque todos los problemas estomacales que tuve las siguientes 31 semanas se hubiesen quedado en ese mareo.
Solo tardé unos cuantos días más en tener las primeras náuseas tras el desayuno y a las 2 semanas tenía serias dificultades para mantener algo de comida en el estómago a primera hora de la mañana. Sin duda alguna estaba MUY embarazada.
Los cambios físicos no tardaron mucho en aparecer, aunque alguno más que molestarme me tenía plenamente feliz.
Tenía los senos hinchados desde antes de saber que estaba embarazada y algo engurgitados. Al principio no presté mucha atención a este cambio. De normal siempre he tenido un aumento los días previos al periodo. Lo que sí notaba era algo más de sensibilidad, pero nada que no fuera soportable. En mi caso podía aguantar perfectamente el roce del sujetador y no me molestaba para nada tener un escote más voluminoso.
Nunca he tenido la barriga plana, lo de hacer abdominales no entraba dentro de mis planes preferidos. Pero a las 8 semanas o así el bajo vientre se redondeó y aunque podía cerrar perfectamente los vaqueros, se intuía bajo las camisetas una barriguita que no tardaría mucho en crecer.
Con menos emoción y mucha preocupación viví el sangrado por implantación casi el mismo día que me hice el test de embarazo. Coincidiendo con la primera falta de la menstruación tuve un manchado sutilmente rosa, que sólo era visible en el papel higiénico tras ir al baño. Duró unos tres días aproximadamente. Cuando a las 6 semanas tuve pérdidas pude comprobar la gran diferencia con este pequeñísimo sangrado, lo que no evitó que sintiera cierta angustia durante aquellos tres días.
Lo que menos me incomodó de todo y que suele ser una de las grandes batallas de las embarazadas durante el primer trimestre, fue el cansancio o el aumento de sueño. Al haber tenido que estar de baja desde muy pronto iba mucho más descansada que de costumbre. Alargar la hora de levantarme hasta bien entrada la mañana me ayudó a acostumbrarme a la falta de actividad laboral.
Aunque pueden ser muy incómodos síntomas como las náuseas y los vómitos me sentía plenamente feliz de tenerlos. Dicen que sarna con gusto no pica y con cada nuevo hallazgo que hacía en mi cuerpo que me recordaba que estaba esperando a Petit me sentía en una nube.
Deja una respuesta