Uno de los síntomas con los que tendrás que lidiar en más de una ocasión si tienes un bebé es la fiebre.
Según la causa y la edad de tu bebé, la fiebre se manifestará con más o menos intensidad y generará diferentes cuadros de malestar. Es importante que conozcas cómo se produce la fiebre, por qué y sobre todo cómo tratarla, ya que tener el máximo de información te ayudará a controlar la situación y cuidar de tu bebé.
A diferencia de lo que pensamos habitualmente la fiebre en sí misma no es una enfermedad. Su función es indicar que algo está pasando dentro de nuestro cuerpo y nos pone en alerta para que busquemos lo que no va bien; además es el primer mecanismo que tiene nuestro organismo para defendernos contra infecciones causadas por virus o bacterias que son sensibles al calor.
Aunque suele ser un motivo de alarma, lo mejor es estabilizar la situación en casa y acudir al pediatra al día siguiente si la fiebre continúa o al servicio de urgencias si no se controla (dependiendo de la temperatura y la edad del bebé).
La fiebre se define como la elevación de la temperatura corporal por encima de la variación circadiana normal (36-37ºC) como consecuencia de cambios en el centro termorregulador en el hipotálamo.
Según los grados de la temperatura corporal alcanzada se utiliza la siguiente terminología:
- < a 36ºC hipotermia.
- 37-38ºC febrícula.
- 38-39ºC fiebre moderada.
- 39-40ºC fiebre elevada.
- >41ºC hiperpirexia.
Hay muchas causas que pueden provocar que tu bebé tenga fiebre. Las más frecuentes son las infecciones, aunque también tienes que saber que puede provocarla una deshidratación, la administración de vacunas, diferentes procesos inflamatorios o traumatismos.
La imadurez del mecanismo regulador de la temperatura de los bebés condiciona que la fiebre sea más frecuente y marcada que en los adultos. Pero la intensidad de esta muchas veces no se correlaciona con la gravedad del proceso por lo que, aparte de la toma de la temperatura, es muy importante que valores el estado general de tu bebé y estar pendiente de cambios en el estado conciencia, si presenta irritabilidad, letargia, dificultad para respirar, vómitos, erupción cutánea, etc…
Para afirmar que tu bebé tiene fiebre es necesario tomarle la temperatura. Tocar la frente o el cuello -práctica habitual- induce a error en bebés con fiebre no altas o incipientes. La mejor zona para tomar la temperatura a tu bebé es la axila, ya que es un sitio de fácil acceso y el riesgo de hacerle daño es mínimo, aunque es menos precisa que la rectal o bucal (ya que la temperatura ambiental influye más en su lectura) y precisa de mayor tiempo de permanencia del termómetro.
Escoge un termómetro electrónico para tomar la temperatura de tu bebé
En el mercado encontrarás diferentes tipos de termómetros:
– Electrónico: es el más indicado en pediatría por sus múltiples ventajas. Muestra una precisión excelente, con una lectura en algunos casos inferior a 30 segundos. Las mediciones digitales son fáciles de leer. Además no hay peligro de rotura y no es necesario agitarlo antes de usarlo.
– Cristal con mercurio: aunque son más baratos se desaconsejan en pediatría por ser más lentos y más difíciles de leer que los electrónicos. Además deben ser agitados antes de usarlos para descender el mercurio por debajo de la temperatura ambiental y existe el riesgo de rotura ocasional del termómetro, lo que puede contaminar el aire con vapores de mercurio. Aunque la deglución accidental del mercurio no representa riesgo para el bebé (puesto que éste no se absorbe), sí tiene peligro el cristal ingerido o el contacto con la piel.
– Cintas plásticas termométricas: aplicadas en la frente son poco fiables e inducen a pasar por alto elevaciones de la temperatura en muchos niños, especialmente en grados bajos de fiebre.
– Infrarrojos: se utilizan para la medición en frente y oído. Aunque son muy rápidos en dar los resultados y por eso parecen una buena opción, estos se pueden ver alterados por la distancia en la que se tome la temperatura en la frente o la presión con la que se tome en el oído.
El objetivo de tratar la fiebre es mejorar el estado general o confort de tu bebé, ya que la fiebre en si misma no es mala. Para combatirla se pueden utilizar medicamentos antitérmicos o medidas físicas.
El tratamiento antipirético consiste en la administración de medicamentos antitérmicos. Cuando se utilizan fármacos para el descenso de la fiebre debes tener en cuenta el tiempo que tardan en hacer efecto. Los resultados no son inmediatos; por ejemplo el jarabe debe absorberse primero en el estómago para luego pasar a la sangre y hacer su trabajo. El tiempo mínimo que pasa desde que das el jarabe hasta que empieza a hacer efecto es de 20-30 minutos.
En pediatría se desaconseja utilizar aspirina para combatir un cuadro febril
Los fármacos antitérmicos son:
- Paracetamol (Apiretal ®): es el fármaco por excelencia para tratar la fiebre en la infancia por su eficacia en el descenso de la temperatura, mínimos efectos secundarios, está disponible en forma líquida y supositoria, tiene poca incidencia de interacción con otros fármacos y un bajo coste. La dosis recomendada de jarabe es de 10-15mg/Kg y en supositorios 20mg/Kg/dosis a intervalos de 4 horas (ej: un bebé de 10Kg tomaría 100-150mg de paracetamol oral y 200mg de paracetamol en supositorio).
- Ibuprofeno (Dalsy ®): es el segundo fármaco más utilizado en la infancia para tratar la fiebre por sus propiedades analgésicas y antiinflamatorias, que proporcionan ventajas adicionales en algunos procesos. La dosis como antitérmico es de 10mg/Kg/día repartida en 3 ó 4 tomas (ej: un bebé de 10Kg tomaría 100mg/día = 25mg c/6h = 33mg c/8h).
- Ácido acetilsalicílico (Aspirina ®): tiene un efecto similar al paracetamol como antitérmico y tiene propiedades antiinflamatorias como el ibuprofeno. Aunque hasta 1980 fue el fármaco más utilizado, en la acutalidad está desaconsejado en los bebés/niños por su asociación con el Sindrome de Reye (cuadro grave de encefalopatía hepática) cuando se administra en procesos febriles tales como la varicela o el virus de la gripe.
Los métodos físicos para bajar la temperatura son:
- Retirada parcial de la ropa del niño (lo cual no significa dejar al bebé en pañal en pleno mes de Enero hasta que baje la fiebre, sino por ejemplo dejarlo en pijama sin tapar con una manta).
- Mantener la temperatura ambiental neutra entre 20-22ºC, que no sea excesivamente cálida.
- Aumentar la ingesta de líquidos. Están indicados los zumos naturales, la leche, las infusiones y el agua.
- Aunque hayamos visto muchas veces en las películas aplicar paños húmedos con agua o alcohol sobre la frente, las muñecas, el abdomen y el tórax está totalmente contraindicado. Te preguntarás el por qué: pues es sencillo. Ante la falta de un fármaco que ayude a descender la temperatura a nivel del hipotálamo, hacer que se enfríe la piel confunde a nuestro organismo. Éste envía señales erróneas al cerebro que lo interpretará como una pérdida de calor traduciéndose en un aumento de la producción de escalofríos y también la temperatura o lo que es lo mismo, la fiebre empeorará.
- En el caso de dar un baño de agua templada (nunca fría) debes tener en cuenta que es ineficaz si no has administrado previamente un antitérmico (como mínimo media hora antes) por el mismo motivo que el uso de paños húmedos, sólo causaría temblor y éste haría aumentar la temperatura. En caso de bañar al bebé el tiempo máximo debe ser 20 minutos.
La fiebre por si misma no causa daños cerebrales, ceguera, sordera, ni por supuesto la muerte, pero es cierto que hay un 4% de los niños (según la Asociación Española de Pediatría) que tienen predisposición a tener convulsiones ante una elevación de la temperatura. Si tu bebé está dentro de este porcentaje tratar la fiebre es posible que no evite que convulsione, pero si será importante para el seguimiento por su pediatra las circunstancias en las que se dio la convulsión.
Es importante saber que el apetito de tu bebé puede verse afectado durante los procesos febriles. Esta pérdida de apetito suele ser transitoria y cuando el proceso pasa volverá a recuperarlo. Es importante que coma para una recuperación más rápida pero no debes forzarlo. La alimentación debe ser a demanda, respetando los gustos de tu bebé. Básicamente debes darle pequeñas cantidades que sean ricas en hidratos de carbono.
La higiene es fundamental para frenar procesos infecciosos
Uno de los factores importantes para evitar que los procesos infecciosos se prolonguen es la higiene. Si tu bebé ha sudado mucho durante un episodio de fiebre es importante que lo bañes y cambies el pijama y la ropa de cama. Del mismo modo para evitar ambientes viciados ventila la casa evitando las corrientes de aire donde esté tu bebé.
Es sorprendente ver lo fuertes que son los bebés y la energía que tienen a pesar de estar malos, por eso no es imprescindible que tu bebé guarde reposo si tiene fiebre (a no ser que lo indique su pediatra). Si se encuentra con ánimos puede moverse y jugar por casa como hace habitualmente.
Si tu bebé presenta signos de empeoramiento o alguno de los síntomas descrito en las siguiente infografía es importante que contactes con el servicio de urgencias, vía telefónica a través del número del Departamento de Salud de tu Comunidad Autónoma o acudiendo al hospital más cercano.
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