Si has decidido dar lactancia materna a demanda lo primero que habrás aprendido o aprenderás es que el reloj no existe y quien manda es tu bebé.
Los primeros días después de nacer, tu bebé necesitará hacer muchas tomas, de tiempo variado cada una y entre ellas, para favorecer la subida de la leche y perfeccionar la succión. Poco a poco todo se irá regulando y las tomas se espaciarán (dependiendo del bebé incluso puede llegar a 3 horas, aunque no es lo más habitual). También el tiempo que pasa mamando para vaciar el pecho será menor, aunque una toma suele durar una media hora. Además los bebés recién nacidos son muy cíclicos en cuanto a su tiempo de vigilia y descanso, lo que favorece una regularidad en las tomas.
Tu confianza día a día irá aumentando y ganarás seguridad ante la demanda de tu bebé. Podrás diferenciar cuando tiene hambre de otras necesidades. Casi sin darte cuenta te relajarás y podrás empezar a disfrutar del placer de amamantar a tu bebé.
La lactancia a demanda no entiende de relojes; el bebé manda.
Pero cuando menos te lo esperas y piensas que las tomas se han regulado y parece que tu bebé sigue un «patrón» en su necesidades, de golpe todo cambia. Sin previo aviso su demanda aumenta y parece que nunca quede satisfecho.
La producción de leche está directamente relacionada con la demanda de tu bebé. A más demanda más leche. La gran mayoría de veces este aumento de la demanda será practicamente inapreciable. Sobre todo porque tu bebé mamará más de noche, que es cuando los niveles de prolactina tienen su pico más alto.
Pero hay varios momentos en el crecimiento de tu bebé que sus necesidades son tan grandes que el mecanismo habitual en la producción de leche no le satisface. Estos periodos son lo que se denominan crisis de crecimiento. Aunque cada bebé es único, por suerte las crisis de crecimiento se suelen dar en la misma edad y si tienes un buen asesoramiento para reconocer estas crisis todo es más llevadero.
Las crisis de crecimiento son un periodo de adaptación entre la oferta y la demanda en el proceso de lactancia y el desarrollo de tu bebé. El gran problema de estas crisis es que si no las sabes identificar pueden poner en peligro la continuidad de la lactancia materna.
A continuación describiremos los periodos más frecuentes en los que se suele dar una crisis de crecimiento durante el primer año de vida.
Primera crisis: a las 2 ó 3 semanas
La primera crisis de crecimiento se produce alrededor de los 17-20 días de vida de tu bebé. Para aumentar tu producción de leche puede que empiece a demandar estar al pecho de manera constante o cada poco tiempo. También es posible que llore de manera desconsolada si no tiene el pezón en la boca o que regurgite mientras está mamando.
Este comportamiento suele durar un par de días o tres. Como en los primeros días poco a poco se volverá a regular y la demanda bajará. Una manera de quedarte con la tranquilidad de que tu bebé está bien alimentado es observar que mantiene el mismo ritmo de deposiciones y micciones.
Segunda crisis: a las 6 ó 7 semanas
Al igual que la anterior esta crisis se produce por un aumento en las necesidades de tu bebé. Pero además se agrava por que la composición de la leche se modifica para adaptarse al desarrollo de tu bebé, lo que puede cambiar levemente el sabor de la leche. Hasta que tu bebé se acostumbre a este nuevo sabor y se regule la producción de leche puede mostrarse muy irritable durante las tomas (llora, pega tirones, estira las piernas, arquea la espalda,…).
Esta crisis suele ser un poco más larga que la anterior pero al cabo de una semana la lactancia tiende a normalizarse y continuar sin problemas.
Tercera crisis: a los 3 meses
Esta crisis no se produce tanto por un aumento en la demanda de mamar de tu bebé, sino porque las tomas se vuelven más cortas, difíciles y caóticas. Además tus senos hasta ahora engurgitados antes de cada toma se tornarán blandos y la sensación de que no produces leche puede empeorar la situación.
Este es un punto de inflexión en el que muchas madres abandonan la lactancia materna porque creen que su bebé pasa hambre y no producen suficiente leche. En realidad es una suma de acontecimientos que se dan a la vez y pueden poner a prueba a la madre y al bebé.
Para empezar hay que aclarar que tu pecho sigue produciendo la leche que tu bebé necesita y necesitará durante los próximos meses (años si tú quieres). Lo que cambia es la manera en la que produces esa leche. Al principio cuando tu bebé mama, de manera inmediata, de tu pecho sale leche que se ha producido entre toma y toma. Ahora tu cuerpo, que es muy sabio, lo que hace es esperar a que tu bebé empiece a mamar para inmediatamente producir la leche que necesita (exactamente tarda 2’2 minutos).
Este cambio que puede hacerte más llevadera la engurgitación mamaria hace que tu bebé se enfade. Necesita tiempo para aprender que solo tiene que esperar unos minutos para que salga la leche, pero como ya habrás podido comprobar la paciencia no es una de las virtudes de los bebés.
Por si fuera poco tu bebé se ha vuelto todo un experto en el arte de mamar y si antes necesitaba unos 20 ó 30 minutos para vaciar tu pecho, ahora puede que le sobre con 5. Si le sumas que está descubriendo el mundo que le rodea y sus sentidos cada vez más desarrollados están avidos de explorar, lo último que querrá tu bebé es estar plácidamente recostado en tu regazo enganchado a tu pecho.
Con frecuencia las tomas de la noche siguen siendo placenteras para ambos, son más relajadas y duran más.
Esta crisis suele durar un mes aproximadamente y lo más importante es saber que no se produce por una falta de leche. A partir de los 3 meses la ganancia de peso de los bebés se va frenando poco a poco y por la madurez de su sistema digestivo pasan a hacer una deposición cada 24 ó 48 horas. No tomes como signos de alarma estos dos fenómenos ya que son totalmente normales.
Cómo superar las crisis de crecimiento
Lo más importante es que sigas confiando en ti misma y en la capacidad de tu cuerpo para alimentar a tu bebé. Esta es la base para poder respirar hondo y saber que con paciencia y mucho amor lo superaréis.
Pero a modo práctico hay algunas cosas que puedes tener en cuenta para que te sean más llevaderas:
- Asegúrate que no haya ningún otro problema que esté produciendo malestar en tu bebé (procesos intercurrentes como infecciones o la erupción dentaria).
- Aunque puede ser muy agotador estar siempre disponible para que tu bebé mame es la mejor garantía de que la lactancia continuará y cubrirá sus necesidades. No intentes calmarlo de otra manera, lo que en estos momentos necesita estar en tu pecho.
- Si tu bebé rechaza el pecho al poco de empezar la toma respétalo y vuelve a ofrecérselo más tarde. Forzarlo no es la solución.
- Busca un sitio tranquilo y reduce los estímulos que pueden distraerle durante la toma.
- Mantén la calma y relájate antes de ponerlo al pecho, los bebés son muy sensibles a nuestros cambios de humor y notará si estás alterada.
PATRICIA dice
Mil gracias! Este artículo ha llegado en el momento justo! Estaba sin saberlo pasando por la tercer crisis. Ayer fui al pediatra y mencioné que sentía que estaba produciendo menos leche y el sin preguntar nada más sugirió darle fórmula después de cada toma. Aclaro que el bebé está creciendo normal y produce un mínimo de 6 pañales cargados de orina por día + entre 1 y 3 deposiciones.