El parto natural / normal es el proceso fisiológico con el que la mujer finaliza su gestación (normalmente entre las semanas 36 y 42). Su inicio es espontáneo, se desarrolla y finaliza sin complicaciones cuando el bebé sale del útero materno al exterior, sin necesitar la mujer más que apoyo integral y respetuoso.
El parto sin complicaciones que requiera intervención médica es un proceso natural, por ello hablar de parto natural durante muchos años se consideró reduntante, pero hoy el parto natural es un nuevo modo de entender el momento del parto.
En la actualidad podemos encontrar varias calificaciones hacia el parto. Podemos hablar de parto natural como aquel parto que se desarrolla con normalidad a través de la vagina y que no requiere más asistencia médica que control y medicamentos suaves como pueden ser, por ejemplo, los analgésicos. También podemos entender el parto natural como aquel parto en el que prima la fisiología y la naturalidad del proceso por encima de la técnica médica.
Cómo debe ser un parto natural
Son muchas las corrientes de pensamientos que defienden este tipo de partos y hay multitud de variaciones, pero todas tienen en común:
– Que el parto se desarrolle en un ambiente y entorno adecuados, íntimo y seguro, que proporcione un buen apoyo emocional a la mujer.
– Que permita la libertad de expresión a la mujer, tanto en los movimientos durante el trabajo de parto, como en la postura durante el expulsivo.
– Que sitúe a la mujer en el centro de la atención, es la protagonista de los acontecimientos y deben respetarse sus deseos y sentimientos.
– Que se utilicen métodos para controlar o manejar el dolor que no sean exclusivamente farmacológicos, como son la respiración, relajación, visualización,…
– Debe proporcionar intimidad y respetar el tiempo que necesiten tanto la madre como el padre para recibir y acoger al bebé.
La mayoría de las mujeres sanas, con la atención y apoyo adecuados y con un mínimo de procedimientos médicos, pueden dar a luz sin poner en riesgo su seguridad y la de sus bebés. Para ello es importante que las mujeres tengan confianza en sus posibilidades de afrontar el parto y que las matronas y obstetras contribuyan a la mejor evolución de este proceso fisiológico.
Desde finales del siglo XX -en concreto desde 1985- la OMS (Organización Mundial de la Salud) apoya y apuesta porque en los centros hospitalarios y maternidades se respete y facilite un parto humanizado, sin dejar de lado la vigilancia médica y su intervención si fuera pertinente, manteniendo a la mujer y su acompañante en un ambiente relajado y respetando el derecho ético de autonomía.
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