Los humanos somos los únicos mamíferos que al nacer dependemos totalmente de un tercero para poder sobrevivir. Es imposible que tu bebé al nacer se mantenga con vida por si solo sin ti u otro adulto.
Con el paso de los años y la evolución de la especie, los humanos pasamos de caminar a cuatro patas a hacerlo sobre dos y así conseguir la bipedestación. Nuestra pelvis se estrechó para aguantar el peso del cuerpo y mantenernos erguidos. Los bebés para nacer y poder pasar por el canal de parto no pueden pasar más de nueve meses en el útero, por lo que nacemos “a medio hacer” o, lo que es lo mismo, nuestra maduración neurológica continua otros nueve meses después de nacer.
Por suerte la naturaleza es sabia y dota a tu bebé de unos reflejos arcaicos o primitivos que le ayudarán a la adaptación de la vida fuera de tu vientre y a sobrevivir a pesar de su inmadurez. Estos reflejos son herencia genética, algunos desaparecerán a los pocos meses de vida y otros se transformarán en habilidades. [Leer más…]