Hoy me gustaría hablaros sobre mi experiencia en el inicio de la lactancia materna a nivel profesional y personal.
Nunca olvidaré una noche, hará unos ocho años, en que acompañé a una mujer que acababa de dar a luz durante sus primeras horas de lactancia. Eran las dos de la madrugada cuando subieron a la habitación madre-bebé (juntos en una camilla) y el padre. La madre había pasado más de doce horas de parto y estaba realmente agotada. A pesar de ello llevaba a su bebé al pecho, intentando que mamara, con una paciencia y amor, que a mi me parecieron infinitas. Unas tres horas después el bebé cansado pero con hambre lloraba porque no conseguía que saliera nada del pecho y la madre adolorida y exhausta no sabía como colocarlo para facilitarle la succión. Cogí al bebé en mis brazos y le enseñé a la madre como sujetarle la cabeza y colocarlo barriga con barriga. Entre sollozos la mujer se giró hacia el padre y le dijo “ves esta chica no es su madre y sabe como cogerlo, yo no sé y creo que no voy a poder”.
Me partió el alma escuchar a aquella madre decir que pensaba que no sabía, ni podía dar el pecho a su bebé. Afortunadamente con mucha empatía conseguí tranquilizarla. El instinto y la sabiduría maternal que toda mujer lleva en su ADN hizo que con un poco de paciencia, cuatro indicaciones y sobretodo mucho amor, al final de la noche, aquel bebé estuviera perfectamente enganchado al pecho de su madre y obtuviera los primeros calostros.
A lo largo de mis años como enfermera, al igual que a esta madre, he ayudado a iniciar la lactancia materna a otras mujeres durante las primeras horas después del parto.
Siempre me lo he tomado como algo muy serio por que de esas primeras horas dependerá en gran medida cómo evolucionará la lactancia, complejo por el cansancio y esfuerzo que la madre ha sufrido en el parto, especial por la emoción del momento tan trascendental que estaban viviendo, pero sobretodo como algo en lo que se necesita un compromiso muy grande por parte de todas las personas implicadas: madre, padre, enfermera, familia, comadrona-ginecólogo, incluso aunque no se le pueda explicar también del bebé.
Cuando me quedé embarazada tenía muy claro mi deseo de amamantar a mi bebé nada más nacer en la sala de partos, que me gustaría mantener la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses si era posible y sobretodo que pondría todo mi empeño para lograrlo.
Una de las primeras cosas que aprendí, siendo enfermera pediátrica es que no se debe proyectar nada en relación a un hijo ya existente o que esté por llegar. Que no se debe tener una idea preconcebida de lo que sucederá y que se debe tener la mente abierta, ser flexible y adaptarse a lo que cada momento traiga. Pues bien en casa del herrero cuchillo de palo. Durante los nueve meses de embarazo tuve tiempo de imaginarme mil y un escenarios de cómo sería la lactancia con mi bebé. A veces era algo maravillosos donde todo fluía y otras un verdadero desastre que me llevaba a tener que renunciar al deseo de amamantarlo.
Así que cuando llegó el momento me encontré con que mi bebé nació por cesárea y con un pequeño problema respiratorio, que hizo estuviera ingresado en el servicio de neonatología desde los primeros minutos de vida, separado de nosotros.
A pesar de estar separada de él, yo seguía en mi empeño de que mi bebé no se alimentara con leche artificial y a las 12h de que naciera empecé una maratón, que duró varios días, para conseguir lo que me había propuesto.
Como él no podía mamar porque estaba con soporte respiratorio empecé la estimulación con el sacaleches cada 2-3h para favorecer la subida de la leche. Conseguí el mismo día los calostros y a las 24h de dar a luz los primeros mililitros de leche que las enfermeras pudieron darle a mi bebé por una sonda orogástrica, en las cantidades que iba necesitando.
A los cinco días de haber nacido pude empezar a darle el pecho. No fue fácil, aún necesitaba ayuda para respirar y como todos los bebés tenía predilección por un pecho más que por el otro. Así que me constó encontrar la posición correcta para que mamara de los dos pechos, además de sobrellevar las molestias típicas de una cesárea.
Por suerte todo fue muy bien: mi bebé en todo momento tomó lactancia materna, succionó sin problemas y yo tuve una muy buena subida de leche, pero todo ello no habría sido posible sin el asesoramiento, acompañamiento y apoyo de mi marido, familia y sobretodo una gran profesional que estuvo a mi lado en todo momento (compartiendo su conocimiento, buen hacer y paciencia).
Una vez en casa todo fue mucho más fácil. Desde el primer día mi bebé mamaba sin problemas, ganaba peso sobradamente y no tuve ninguna complicación. Aún así no dejé de escuchar comentarios alrededor de la forma en la que lo alimentaba, sobre si se quedaba satisfecho, si mamaba demasiadas veces o incluso comparaciones con bebés que estaban siendo alimentados con biberón.
Todas las horas que pasé en el hospital sacándome leche mientras mi bebé estaba en neonatos y las grandes dosis de paciencia que tuve que tener cuando su llanto me decía que no conseguía mamar, me sirvieron para poder llevar a cabo mi primer deseo como madre: dar lactancia materna. Pero sobretodo tener la satisfacción de poder mirar su carita mientras aun a día de hoy está mamando en mi pecho, sentir su calor cuando se queda satisfecho dormido en mis brazos después de comer, consolar su llanto cuando tiene hambre ofreciéndole mi pecho y por qué no, el orgullo de haberlo conseguido a pesar de tener varios elementos que podrían haber hecho que la lactancia materna fracasara.
Siempre he pensado que cada madre-bebé o familia son únicos y tienen su propia forma de funcionar, entenderse y resolver las diferentes situaciones que la vida les presenta.
Así he intentado tratar a cada niño y familia que he tenido la oportunidad de acompañar en mi profesión. Es fundamental respetar la decisión de cada madre sobre cómo alimentar a su bebé y sobretodo no juzgar el modo en el que da lactancia materna a demanda, porque solo ella y su bebé saben como llevarla a cabo.
Antes de mi experiencia personal para mí era fundamental que el profesional que atienda a una madre durante las primeras horas de lactancia supiera sobre el tema, después de haber tenido un inicio de lactancia complejo creo que es imprescindible que además tenga la capacidad de acompañarla en ese nuevo mundo en el que se está adentrando.
Desde aquí mil gracias a todos los que estuvisteis a mi lado e hicisteis posible mi deseo de amamantar a mi bebé, ahora sé lo que sentían esas madres a las que pude ayudar en esta labor tan bonita, pero al mismo tiempo dura y compleja.
Muchas felicicdades, no lo tuviste facil, pero lo lograste, eres una persona muy perseverante i tenia claro que acabaria funcionando a la perfección. Verte sufrir dolia en el alma, pero tus ganas, de que tu pequeño estuviera alimentado, eran mucho màs fuertes que todo ese dolor, en ese momento supe que serias una madre excepcional, I ahora puedo decir que no me equivocava, de verdad muchas felicidades por ser como eres, I por convertirte en una madre envidiable