Las emociones están de manera innata en tu bebé. Empieza a tenerlas antes de nacer. En tu vientre ya es capaz de sentir alegría (cuando escucha tu risa) o aversión (cuando comes algo que cambia el sabor del líquido amniótico y le desagrada o no le gusta).
Aunque durante los primeros meses de vida tu bebé no será lo suficientemente maduro como para expresarlas, alrededor de los dos o tres años tomará conciencia de ellas y podrá identificarlas.
Una de las funciones más importantes que tendrás como madre o padre es desarrollar adecuadamente el aprendizaje emocional de tu hijo. Un buen desarrollo de las emociones le proporcionará unos pilares básicos para su desarrollo cerebral y adaptación social.
Al nacer el abanico emocional de tu bebé es bastante limitado. En los primeros meses de vida aparecerán la tristeza, la ira, el miedo, la sorpresa, la aversión y la alegría pero será necesario un proceso de maduración y aprendizaje para que el resto de emociones vayan aflorando.
Es importante que conozcas cómo se producen las emociones en tu bebé para favorecer su desarrollo. Aprenderás a detectarlas mediante la observación de su expresión facial o conducta.
Los niños pueden no mostrar sus reacciones emocionales de forma directa pero lo harán indirectamente mediante la inquietud, el llanto, dificultad en la respiración,…
Cómo ya habrás descubierto tu bebé puede pasar del llanto a la risa en muy poco tiempo y sin ninguna explicación. Esto sucede porque vive las emociones de una manera muy intensa y cambian con mucha frecuencia. Con el tiempo la maduración y aprendizaje le harán adquirir mecanismos tranquilizadores que le ayudarán a autorregularse.
En las próximas semanas hablaremos una por una de las primeras emociones que descubrirás en tu bebé, también de qué es lo que las genera, cómo se manifiestan, qué demandará de ti y cómo puedes reconducirlas.
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